Pulse aquí si desea ver esta biografía en traducción al inglés
Biografía de Emily Dickinson, poetisa estadounidense, cuya poesía apasionada ha colocado a su autora en el reducido panteón de poetas fundamentales estadounidenses.
Interés de la biografía de Emily Dickinson
Emily Elizabeth Dickinson nació el 10 de diciembre de 1830, en Amherst, Massachusetts. Su familia gozaba de gran prestigio social y mantenía fuertes lazos con su comunidad.
Emily Dickinson provenía de una prominente familia de Nueva Inglaterra. Sus antepasados habían llegado a Estados Unidos en la primera oleada migratoria puritana.
La severa religiosidad puritana se hacía presente en todas partes, y prácticamente la única expresión artística aceptada era la música del coro de la iglesia.
Nada de danzas, conciertos de música clásica, ni reuniones de mujeres solas, que no fueran el té entre vecinas y en casa.
Su abuelo, Samuel Fowler Dickinson fue durante cuarenta años juez del condado de Hampton, Massachusetts, secretario del Ayuntamiento, representante en la Corte General y Senador en el Senado Estatal.
Su padre, Edward Dickinson, abogado por la Universidad Yale, fue juez en Amherst, representante en la Cámara de Diputados de Massachusetts, senador en la capital del Estado y representante por el Estado de Massachusetts en el Congreso de Washington. Fundó la línea ferroviaria Massachusetts Central Railroad.
El socio de Edward Dickinson en su bufete jurídico, era primo de Ralph Waldo Emerson que, por este motivo, siempre estuvo ligado al pueblo de Amherst e influyó sobre la filosofía y la obra de Emily.
Su madre, Emily Norcross Dickinson, estuvo a cargo de sus hijos: Austin, Emily y Lavinia.
Esta última, la hermana menor, fue la descubridora de las obras de Emily tras su muerte y se convirtió en la primera compiladora y editora de su poesía.
Emily prácticamente no recordaba a sus abuelos, ni a sus tíos.
Sin embargo, de niña tuvo mucha relación con dos pequeñas primas huérfanas, a las cuales ayudó a educar e incluso llegó a leer en secreto, algunos de sus poemas, a una de ellas, Clara Newman.
Educación recibida por Emily Dickinson
El hermano mayor de Emily, Austin Dickinson, un año y medio mayor que ella, se educó en el Amherst College y se graduó como abogado en la Universidad Harvard.
Gracias a la holgada situación social y económica de sus padres, Emily tuvo una buena educación. Un caso raro para la sociedad rural de la Nueva Inglaterra de su época.
La escuela primaria en donde estudió Emily, había sido construida en un terreno perteneciente a su abuelo. Éste, había aportado la mayor parte de su fortuna para la creación de una universidad de prestigio en la ciudad.
Esta universidad, fundada en 1814, fue denominada Amherst Academy. Rápidamente se hizo conocida como una de las mejores academias privadas en el Estado
El Amherst College, anexo a la Academy, fue fundado en 1821. Prosperó de manera similar y se basó en los esfuerzos y en el apoyo de la familia Dickinson.
En un comienzo, la Academia de Amherst era sólo para varones; en 1838 se permitió también la inscripción de niñas.
Los estudios superiores de Emily Dickinson
Emily Dickinson asistió a la Academia Amherst desde 1840 hasta 1847.
La Academia y el Colegio de Amherst disponían de un claustro de profesores compuesto por científicos de fama nacional, entre los que se contaban los biólogos Edward Hitchcock, Charles Baker y el geólogo Charles Shepard, quienes donaron al colegio sus grandes colecciones de especímenes.
Ambas instituciones construyeron gabinetes para guardar las colecciones, así como un importante observatorio astronómico equipado con un buen telescopio.
Todo esto estimuló el interés de Emily Dickinson por las ciencias naturales: desde temprana edad, aprendió los nombres de todas las constelaciones y estrellas visibles.
Se dedicó con entusiasmo a la botánica. Sabía perfectamente dónde encontrar cada especie de flora silvestre que crecía en la región, y las clasificaba correctamente según la nomenclatura en latín.
La mayoría de los maestros eran recién graduados del Amherst College. Todavía eran jóvenes e intelectualmente curiosos.
Dickinson los describe con gran cariño y en carta a su hermana Lavinia, le decía: «sabes que siempre estoy enamorada de mis maestros«.
El Director de la Academia, Daniel Fiske, tenía veintitrés años. El plan de estudios era amplio y ambicioso.
En esos años, el famoso geólogo Edward Hitchcock fue nombrado presidente de Amherst College; la escuela utilizó su Geología Elemental como un libro de texto.
Las disquisiciones de Hitchcock sobre volcanes, fósiles y formaciones rocosas proporcionaron un amplio y rico vocabulario para la poesía de Dickinson.
Estudios complementarios de Emily Dickinson
Edward Dickinson sugirió a su hija que se inscribiera en los cursos de alemán porque, con seguridad, no tendría otra ocasión de aprender ese idioma en el futuro.
Además, la niña estudiaba canto los domingos, piano con su tía, y también jardinería, floricultura y horticultura; estas últimas pasiones no la abandonaron hasta el fin de su vida.
La educación de Emily Dickinson fue, por tanto, mucho más profunda y sólida que la de otras mujeres de su tiempo y lugar.
Después de graduarse en el College, en 1847, Emily se matriculó en el seminario femenino Mount Holyoke. Por primera vez, vivió fuera de su hogar.
En el Seminario Mount Holyoke, había 235 estudiantes bajo la tutela de un selecto grupo de jóvenes maestras de entre veinte y treinta años de edad.
Allí intentaron que Emily se impregnara de lleno en la religión, con el fin de prepararla como misionera. Pero la Emily adolescente de 17 años, no encontró ningún interés en esa perspectiva de futuro.
A pesar de ello, era muy popular en el seminario.
Su portentosa imaginación hacía que siempre estuviera rodeada por un grupo de niñas ansiosas de escuchar sus relatos, extraños y sumamente divertidos.
Emily aprobó con holgura el primer curso, gracias a sus profundos conocimientos del latín.
Obtuvo excelentes calificaciones en los exámenes finales de Historia inglesa y Gramática, que eran orales y públicos. Las matemáticas no se le daban nada bien.
En los dos cursos siguientes se estudiaba Química, Fisiología, Astronomía y Retórica.
En todas estas materias, Emily tenía profundos conocimientos anteriores.
A la vista de su evidente dominio de la Botánica, le dieron esta materia por aprobada sin necesidad de cursarla, ni de rendir exámenes.
El regreso a casa al final de sus estudios
En la primavera de 1850, Emily enfermó y ya no pudo permanecer en el seminario. Su padre envió a buscarla y regresó a casa, a Amherst. Después, ya no volvió a estudiar nunca más.
Su hermano Austin Dickinson se casó en 1856 con Susan Huntington, ex compañera de estudios de Emily en la Academia.
Austin y Susan se trasladaron a la casa contigua de la de Emily. Ambas mujeres se hicieron amigas.
Susan se convirtió en confidente de Emily y consta que fue la segunda persona a quien le mostró algunos de sus poemas.
Lavinia Dickinson, su hermana menor, nacida el 28 de febrero de 1833, fue su compañera y amiga hasta el fin de su vida.
Las pocas confidencias íntimas que se conocen de Emily provienen de Lavinia.
Mujer brillante e inteligente, Lavinia sentía una profunda adoración por su hermana y por su talento poético. Respetó y protegió la vida privada de Emily hasta donde le fue dado hacerlo.
Los vecinos consideraban a Emily como una persona muy excéntrica. En casa, se negaba a saludar a los invitados y, en los últimos años de su vida, ni siquiera quería salir de su habitación.
Desde su alejamiento del seminario hasta su muerte, Emily vivió tranquilamente en la casa de su padre, lo que no era raro para las mujeres de su clase.
Su hermana Lavinia y su cuñada Susan Gilbert, por ejemplo, siguieron caminos idénticos.
La vida social de Emily Dickinson
Emily iba a la iglesia, hacía las compras y se comportaba perfectamente en todos los aspectos. Daba largos paseos con su perro, concurría a las exposiciones y a las funciones benéficas.
Pero a finales de ese año, la poetisa comenzó a rehuir las visitas y las salidas, y empezó a vestirse exclusivamente de blanco, extraña costumbre que la acompañaría durante el cuarto de siglo que aún le quedaba de vida.
Emily nunca se casó. La mayor parte de su obra se ocupa de su amor hacia alguien con quien no podía casarse. La comunicación con la mayoría de sus amistades, era principalmente por cartas.
La vida privada de Emily Dickinson ha permanecido siempre velada al público. Pero en sus poemas hay pasión e intensidad extraordinarias.
Su primer amor romántico
Cuando pequeña, tuvo dos amores románticos a los que ella, en sus cartas, llama “amigos”.
El primero de ellos fue el preceptor Benjamín Newton, diez años mayor que Emily. Lo conoció en 1848, le causó profunda impresión y lo vio como un nuevo y hermoso amigo.
Newton le obsequió a Emily un ejemplar de los Poemas de Emerson y le escribió apasionadas cartas donde, en forma velada, intentaba prepararla para su muerte inminente: él tenía tuberculosis en la fase terminal.
Emily se sintió fascinada por su colosal intelecto, por su amabilidad y porque le recomendó qué autores debía leer, a qué poetas admirar y le impartió muchas enseñanzas artísticas y religiosas. Ella lo quería como a un hermano mayor.
Parece ser que el señor Edward Dickinson se las arregló para que Newton abandonara Amherst a finales de 1849, para nunca más regresar. Falleció en 1853 a los 33 años de edad, en Worcester, su pueblo natal
Su segundo amor romántico
En mayo de 1854, cuando tenía 24 años, Emily conoció al reverendo Charles Wadsworth. Tenía 40 años, estaba felizmente casado y era pastor de la Iglesia Presbiteriana en Filadelfia. Causó una profunda impresión y un enorme impacto amoroso en la joven poetisa.
No quedan documentos de las dos primeras ocasiones en que Wadsworth se encontró con Emily. Pero ella nunca lo olvidó.
En 1869 se enteró de que Wadsworth estaba de regreso en Filadelfia, después de la Guerra Civil, y comenzó a escribirle cartas.
No se habían visto desde 1860. Una tarde del verano de 1880, Wadsworth golpeó a la puerta de la casa de los Dickinson. Lavinia abrió y llamó a Emily a la puerta.
Al ver a su amado, se produjo el siguiente diálogo, perfectamente documentado.
Emily le dijo: “¿Por qué no me ha avisado de que venía, a fin de prepararme para su visita?”, a lo que el reverendo respondió “Es que yo mismo no lo sabía. Me bajé del púlpito y me metí en el tren”. Ella le preguntó, refiriéndose al trayecto entre Filadelfia y Amherst: “¿Y cuánto ha tardado?”. “Veinte años”, susurró el presbítero.
Charles Wadsworth murió dos años después, el 1 de abril de 1882. Emily tenía 51 años, y quedó sumida en la más absoluta desesperación.
Al cumplirse el primer año de la muerte de Charles Wadsworth escribió: “Toda otra sorpresa a la larga se vuelve monótona, pero la muerte del hombre amado llena todos los momentos y el ahora. El amor no tiene para mí más que una fecha: 1 de abril, ayer, hoy y siempre”.
El único cuadro que colgaba en la habitación de Emily era un retrato en daguerrotipo del pastor Wadsworth. El profundo y eterno amor de Emily se generó y consolidó en sólo tres encuentros.
Comienzo de la reclusión de esta joven poetisa
Tras las muertes de Newton y de Wadsworth, la vida de Emily Dickinson quedó totalmente vacía.
Ya en 1862 se la veía ya muy poco por la ciudad. En 1864 viajó a Boston para visitar a un oculista y repitió el viaje al año siguiente.
Nunca volvió a viajar, ni siquiera para acudir a la cita que el médico le había concertado para 1866.
Cuando el maestro Higginson le preguntó en 1864 si había ido a ver a su médico, le respondió: “No he podido ir, pero trabajo en mi prisión y soy huésped de mí misma”.
En 1870, a pesar de los ruegos de Higginson para que saliera, la decisión de encerrarse era ya definitiva: “No salgo de las tierras de mi padre; no voy ya a ninguna otra casa, ni me muevo del pueblo”.
Esta exageración de la vida privada se había convertido en una especie de aversión a la gente.
Desde 1871 hasta 1886, nadie en Amherst volvió a verla, excepto que algún paseante ocasional vislumbrara su figura vestida de blanco, paseando por el jardín de los Dickinson en los atardeceres de verano.
Sus cartas de ese período demuestran que algo anormal sucedía con la mente de la portentosa escritora.
Durante los tres últimos años de su vida (1884 – 1886) no salió tan siquiera de su habitación, ni aun para recibir al editor Samuel Bowles, que nunca había dejado de visitarla.
El anciano se paraba en la entrada y la llamaba a gritos por la escalera, diciéndole “¡pícara!” y agregando una palabrota cariñosa. Nunca tuvo éxito en su intento de verla o de cambiar una palabra con ella.
Emily Dickinson se refugió en la poesía, pero se negó rotundamente a publicar sus poemas. Le leía algunos a su prima Clara Newman y escribía otros para su cuñada Susan Gilbert. No dejaba que nadie más los leyera.
Los privilegiados que pudieron leerlos pensaban que muchos de ellos estaban dedicados a su tercer gran amor: su cuñada Susan Gilbert.
Poemas publicados en vida de Emily Dickinson
Dos de sus poemas fueron publicados en el periódico “The Springfield Republican”, en 1862, sin la firma de Emily. El título sólo dice «Poesía original«.
Samuel Bowles, muy interesado en la literatura y en particular en la poesía, dirigía un periódico local, y en él publicó cuatro de los seis únicos poemas que vieron la luz mientras vivió Emily Dickinson.
El 14 de febrero de 1862, el periódico publicó, sin firma, otros dos de sus poemas. Uno de ellos, “The snake”, verdadera obra maestra; según Emily, le fue robado por alguien de su confianza y publicado contra su voluntad.
El maestro Higginson
En 1862, Emily Dickinson, envió a su maestro Thomas Higginson varios poemas, acompañados de la pregunta: “Señor Higginson ¿podría hacerse un momento para decirme si mis poemas tienen vida?”.
Higginson respondió en seguida, elogiando sus poemas y sugiriéndole profundos retoques para que se adaptara a las normas poéticas en boga en aquellos tiempos.
Emily se dio cuenta de que los innumerables cambios que le proponía el maestro, suponían la negación de su identidad artística propia. Rechazo el consejo, suave pero firmemente.
Los intentos de Helen Hunt Jackson
Helen Hunt Jackson era una amiga y admiradora de Emily Dickinson.
El esposo de Helen Hunt fue asesinado en 1963; desgraciadamente, sus dos hijos murieron antes de que pasaran veinte meses. Pero la señora Jackson, en vez de deprimirse, se puso a escribir novelas.
Helen era también una protegida del maestro Higginson, e hizo lo imposible para conseguir que Emily publicara algunas de sus poesías.
Por fin, en 1878, consiguió que le dejara incluir “un poema”, sin firma, en una antología de poemas que se titulaba «Una mascarada de poetas«.
Ante la garantía del anonimato, Emily le cedió un único poema, titulado «Se dice que el éxito es lo más dulce«.
El 5 de febrero de 1884, Helen intentó un último esfuerzo para animarla a publicar sus poemas.
Envió una carta a Emily en la que le decía: “¡Qué maravillosas carpetas llenas de versos debes tener ahí! Es un cruel error para tu época y tu generación esa rotunda negativa a darlos a conocer”.
Todo fue en vano. Helen Hunt Jackson ya no pudo hacer nada, murió seis meses más tarde.
Muerte de la poetisa Emily Dickinson
Los poemas y las cartas de Emily, sugieren que no es probable que tuviera la enfermedad mental que muchos creyeron detectar en los últimos años de la artista.
Las misivas de esta época son poemas en prosa, que muestran una actitud vital, atenta y brillante que encantaba a los destinatarios.
Disfrutaba mirando a los niños que jugaban en el terreno vecino. Y le gustaba trabajar de rodillas, en sus flores.
Cuando murió su sobrino menor, el último hijo de Austin Dickinson y Susan Gilbert, el espíritu de Emily, que adoraba a ese niño, se quebró definitivamente.
Pasó todo el verano de 1884 en una silla, postrada por el mal de Bright, la misma nefritis que acabó con Mozart.
A principios de 1886 escribió a sus primas su última carta: “Me llaman”. Emily Dickinson pasó de la inconsciencia a la muerte, el 15 de mayo de 1886.
El hallazgo de los poemas de Emily Dickinson
Poco después de la muerte de la poeta, su hermana Lavinia descubrió, ocultos en su habitación, 40 volúmenes encuadernados a mano, que contenían la parte sustancial de la obra de Emily: más de 800 poemas nunca publicados, ni vistos por nadie.
La fe de Lavinia en la importancia de la obra de su hermana, protegió una gran herencia para la posteridad. Lavinia hizo comprender al mundo que la más grande poetisa de Estados Unidos, había vivido y muerto en el anonimato
El resto de su obra la constituyen las poesías que insertaba en sus cartas, la mayoría de las cuales pertenecen a los descendientes de sus destinatarios y no se hallan a disposición del público.
Principales influencias en su poesía
Emily Dickinson estuvo, gran parte de su vida, aislada en su pequeña ciudad y en su pequeña habitación.
Las principales influencias que tuvo en su poesía fueron: la Biblia, los periódicos de su ciudad, William Shakespeare, famosos autores y Ralph Waldo Emerson.
Varios poemas de Emily se basan en textos bíblicos que leyó desde su infancia. En el colegio, Emily escribía sermones burlescos para divertir a sus compañeras. El sutil ingenio de Emily, conseguía conjuntar los textos religiosos con el humor juvenil.
Emily Dickinson era una ávida lectora del periódico dirigido por Samuel Bowles y el doctor Holland.
En ese diario se publicaban fragmentos escogidos de Washington Irving, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y Harriet Beecher Stowe.
La poetisa conocía muy bien los «Ensayos» de Emerson y poseía un ejemplar de sus «Poemas«. El celebérrimo poeta visitó Amherst en varias oportunidades y una vez durmió y tomó el té en la casa de Austin, el hermano de Emily, que vivía en la casa contigua.
Los fraseos y la filosofía de Emerson son claramente visibles en la poesía de Emily Dickinson.
Emily puede haber copiado la estructura de los cuartetos de Emerson. Seguramente se vio influida por la permanente renuncia a la vida de ciudad y la exaltación de la tranquilidad rural que Emerson preconizó toda su vida.
Emily Dickinson confesaba que sus autores preferidos eran: Washington Irving, Charles Dickens, John Keats, Lord Byron y Robert Browning.
Adoraba en particular a Elizabeth Barrett Browning y solía leer traducciones de la francesa George Sand. También le agradaban Charlotte Brontë y las poesías de su hermana Emily Brontë.
El único autor de quien reconoció haber leído las obras completas fue William Shakespeare.
En 1890, se publicó la primera colección de poesías de Emily Dickinson. Desgraciadamente, se alteraron significativamente los originales de la poetisa.
Por fin, 65 años más tarde, en 1955, el erudito Thomas H. Johnson publicó por primera vez, una colección completa de los poemas de Dickinson. En su mayoría, sin cambios.
A pesar de que la obra tuvo una recepción poco favorable, Emily Dickinson está considerada de forma casi universal, como una de las más importantes poetas estadounidenses de todos los tiempos.
Pulse aquí si desea ver esta biografía en traducción al inglés