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Biografía de Elena García Armada, ingeniera española que lidera el grupo que ha desarrollado el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños. Es conocida a nivel mundial.
Interés de la biografía de Elena García
La maravillosa vida de Elena García es mucho más que un brillante currículo.
En su desarrollo vital influyeron muchas felices circunstancias: inteligencia, capacidad innovadora y de trabajo, generosidad, amor a los niños, sus padres y un ambiente que, por fin no impide la participación de las mujeres.
Familia y estudios de Elena García Armada
Elena García Armada nació en Valladolid, en el año 1971.
Su madre es doctora en Física, y profesora de Universidad.
El padre de Elena era catedrático de Electromagnetismo. En el año 1986, fue uno de los fundadores de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad de Cantabria.
Elena García recuerda que durante su infancia sus padres nunca le condicionaron el tipo de juegos que podía tener. Es así que pudo jugar con muñecas y con una gasolinera, cuando la pidió. Sus padres siempre le enseñaron el por qué de las cosas.
Estudió en la Universidad Politécnica de Madrid. Dentro de la ingeniería, le atrajo la robótica porque ésta supone crear algo de la nada y programarlo.
En el año 1997, después de su incorporación en el Centro de Automática y Robótica (CAR), comenzó a trabajar en su tesis doctoral en este Centro. Obtuvo el título de Doctora en Robótica, en el año 2002.
Cinco años más tarde, en 2007, ingresó en las escalas científicas del CSIC.
Trayectoria profesional de Elena García Armada
Comenzó su trayectoria profesional dedicándose al diseño de robots para la industria.
Elena García es una admiradora de Marc Raibert.
Este señor es el fundador de Boston Dynamics, una compañía de robótica conocida por haber creado los robots BigDog, Atlas, Spot y Handle.
Marc Raibert ha sido profesor de Ingeniería Eléctrica e Informática en el MIT y profesor asociado de Informática y Robótica en la Universidad Carnegie Mellon.
La actual trayectoria profesional de Elena García comenzó en 2009, cuando conoció a Daniela, una niña que había quedado tetrapléjica a raíz de un accidente de tráfico.
Sus padres querían una solución para Daniela, cuyo principal problema era la incapacidad para caminar.
En ese año, ya era posible comprar exoesqueletos para adultos parapléjicos, pero no había nada para niños.
No es porque resulte más difícil hacer exoesqueletos pequeños, sino porque es difícil controlar el movimiento de un exoesqueleto para que se adapte a la sintomatología compleja de las enfermedades de tipo neurológico degenerativo.
En estos casos, cada paciente requiere un exoesqueleto distinto, que se adapte a sus necesidades. Los obstáculos iniciales son básicamente de conocimiento científico y de avance en la tecnología.
Elena García trabajaba como investigadora del CSIC y, animada por la posibilidad de devolver a Daniela la movilidad, aceptó el desafío de liderar el grupo de investigación que creó el primer exoesqueleto del mundo que permitiera andar a niños con tetraplejia o con atrofia muscular.
El equipo liderado por Elena García logró que el prototipo ATLAS funcionara; y lo probaron con Daniela en el tercer año de su desarrollo, cuando la niña tenía nueve años.
Lamentablemente no fue posible aportar un exoesqueleto para Daniela, pero fue ella quien alertó de la necesidad que había.
El tiempo que ha transcurrido durante el proceso de transferencia tecnológica al mercado, ha hecho que ella, ya con 16 años, no pueda acceder al exoesqueleto pediátrico, para niños de hasta 10 años.
El primer prototipo del exoesqueleto ATLAS era un armazón de aluminio y titanio de 9 kg de peso compuesto por cables, motores y varios tipos de sensores que sirven para descifrar las intenciones del niño y para asistirle en los movimientos que desee hacer.
El gran problema fue que el exoesqueleto no se podía vender. Era un prototipo de investigación y no cumplía la normativa de producto sanitario.
Elena García volcó su actividad en los exoesqueletos
El buen resultado conseguido con el exoesqueleto ATLAS despertó esperanzas en los familiares de niños con otro tipo de patologías como la atrofia muscular espinal (AME).
Esta enfermedad, que afecta a uno de cada 10.000 bebés en España, causa debilidad muscular progresiva.
Los niños con AME tipos 1 y 2 no llegan a caminar nunca. Marsi Bionics trabaja con el tipo 2.
A partir del exoesqueleto diseñado para Daniela, el trabajo de Elena García se centró en fabricar dispositivos orientados a mejorar la movilidad de niños que sufren enfermedades neuromusculares degenerativas.
Dedicó sus esfuerzos a la fundación de una empresa que pudiera ser eficaz en la ayuda a esos niños. Su idea se concretó en Marsi Bionics.
Marsi Bionics surgió en septiembre de 2013, como empresa derivada del Centro de Automática y Robótica (CAR).
El CAR es un centro mixto entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Marsi Bionics se fundó para verter en la sociedad los resultados de la investigación en materia de ayudas robóticas a la locomoción y a la rehabilitación de la marcha.
Está enfocada a la mejora del rendimiento de los exoesqueletos para uso particular en casa. Aunque en un futuro se podrá hacer un uso particular y doméstico de esta tecnología, por el momento se utilizará en clínicas especializadas de rehabilitación y fisioterapia.
El carácter innovador de alta tecnología de Marsi Bionics ha merecido la confianza de la Comisión Europea y de otras organizaciones públicas y privadas.
Elena García tiene dos hijas y su cuidado supone una dedicación añadida con la que ella está más que satisfecha.
Como todas las madres, ha tenido que exprimir las horas del día y le ha supuesto mucho más trabajo. Pero, afirma que ha disfrutado del tiempo que ha dedicado a sus hijas.
Su ritmo de trabajo es vertiginoso, pero va en su forma de ser; es muy activa y es de las mujeres que necesitan avanzar.
Uno de los primeros proyectos en los que contribuyó Elena García fue SILO 4, un robot de 30 kilogramos donde se comprobó el algoritmo de mejora de control y adaptabilidad del robot al terreno.
Este proyecto SILO 4 fue dirigido por el Prof. Pablo González de Santos, el director de la tesis doctoral de Elena García. Ella contribuyó en el estudio de algoritmos que mejoraran la estabilidad de los robots caminantes en entornos naturales.
SILO 4 está pensado para su uso en labores de reconocimiento y de rescate en catástrofes. También puede servir para la desactivación de minas explosivas.
El exoesqueleto ATLAS 2020
En el campo de exoesqueletos para niños, el proyecto más destacado y premiado ha sido el ATLAS 2020.
Está fabricado con aluminio y tiene un peso de doce kilos, que el niño no nota porque se descarga en el suelo.
El modelo ATLAS 2020 está dotado de articulaciones inteligentes que permiten un movimiento más ágil, pues interpretan los movimientos del niño detectando cuáles son deseados y cuáles indeseados.
El ATLAS 2020 tiene unos largos soportes que se ajustan y adaptan a las piernas y al tronco. En las articulaciones, una serie de motores imitan el funcionamiento del músculo y aportan al niño la fuerza que le falta para mantenerse en pie y caminar.
El sistema está completado por una serie de sensores, un controlador de movimiento y baterías de litio recargables, con cinco horas de autonomía.
El robot ATLAS 2020 fue probado en 2016 y 2017 con niños afectados de atrofia muscular espinal.
Los fisioterapeutas habían programado actividades diseñadas para tonificar la musculatura como juegos con balones, tiro de dardos, bailes, saltos.
Los niños dejaban sin baterías a los exoesqueletos, porque no paraban de jugar.
El exoesqueleto ATLAS 2030
Tras estos esperanzadores resultados, Elena García y su equipo decidieron desarrollar un exoesqueleto que los niños pudieran usar en sus casas para realizar actividades cotidianas.
Este nuevo proyecto fue realizado por la empresa Marsi Bionics; estuvo financiado por la “Fundación Mutua Madrileña”, y contó con la colaboración del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Al nuevo modelo de exoesqueleto se le denominó ATLAS 2030 y fue utilizado de forma experimental por tres niños, durante dos meses.
El dispositivo ATLAS 2030, ya comercial, pesa 14 kilos e incorpora músculos artificiales en las articulaciones, que detectan la intención de movimiento y aportan la marcha.
Durante estos meses de prueba, Elena García contó con la colaboración inicial del “Centro de Atención Temprana a Domicilio”, CIGAT, dirigido por Fernanda Jorge Silverio
Al término del primer mes, se constató una mejoría en la movilidad de brazos, cuello y piernas de los tres niños. También se midió el aumentó de la fuerza muscular y del número de funciones que los niños podían realizar con el exoesqueleto.
La fuerza muscular que midieron, había aumentado en el orden de un 100% y las contracturas articulares se habían reducido en todos los casos; incluso habían desaparecido en algunos de ellos.
El ATLAS 2030 ya salió de laboratorio y está industrializado.
Falta finalizar una evaluación clínica multicéntrica entre el hospital Raymond Poincaré de París y el Hospital Universitario La Paz de Madrid. La doctora Elena García y su equipo esperan finalizar este ensayo en la primera mitad de 2020 y obtener el marcado CE.
El proceso de certificación de estas máquinas es muy costoso. El tener menos recursos obliga a avanzar mucho más despacio. Elena García insiste en que las enfermedades de estos niños son degenerativas, y que cada día cuenta para ellos
Sin embargo, se trata de resultados que no son estadísticamente significativos. Sería necesario conseguir financiación para llevar a cabo un estudio clínico a gran escala para poder demostrar la efectividad del ATLAS 2030.
En el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, ya está funcionando un ejemplar del exoesqueleto ATLAS 2030.
Financiación europea y socio industrial
La Comisión Europea otorgó a Marsi Bionics una ayuda de 1.700.000 euros, a través de un programa denominado “Horizonte 2020”.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha entrado a formar parte de la sociedad, lo que representa un importante apoyo por parte de la principal institución pública de investigación del país.
Una vez que la Agencia Española del Medicamento, pueda certificar que el exoesqueleto es totalmente seguro, que no tiene efectos secundarios y cumple todos los requisitos, será posible comercializar los exoesqueletos como dispositivos sanitarios, en todo el Mercado Común Europeo.
El objetivo de Elena García es que todos los niños que estén en silla de ruedas tengan la oportunidad de usarlos.
Premios otorgados a Elena García Armada
- Primer premio Innova 2014.
- Mejor proyecto emprendedor. Premio CEPYME 2015.
- Mejor Tecnología Sanitaria. Premios ABC Salud 2016.
- Nombrada entre las 10 personas científicas más brillantes de 2016.
- Premio Mujeres a Seguir 2017.
- Medalla de Oro de Madrid 2018.
- Premio Hipatia-Mujeres en la Ciencia 2019, a la Trayectoria Científica.
- Premio Talgo a la Excelencia de la Mujer en la Ingeniería, Primera edición 2019.
- Premio Madrid Excelente a la Investigación Sanitaria 2019.
La doctora Elena García es miembro del Jurado de los Premios Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica desde 2019.
Al terminar esta breve biografía, a falta de otros datos biográficos (infancia, juventud, familia) es fácil deducir que Elena García posee inteligencia, tenacidad, liderazgo, facilidad para relacionarse, un gran amor a los niños y sólidos principios éticos seguramente potenciados por las personas de su entorno: padres, familiares, amigos y compañeros de equipo.
La doctora Elena García Armada es otra de las mujeres excepcionales que ha tenido la ciencia española, tales como Margarita Salas, María Blasco, Marta Macho y Ángela Ruiz.
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