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Biografía de Alexandra David Néel, escritora, cantante de ópera, pianista, conferenciante, periodista, políglota, exploradora excepcional y experta en la cultura del Tíbet.
Interés de la biografía de Alexandra David Néel
Viajera incansable, fue la primera extranjera que entró en Lhasa, capital del Tíbet, tras recorrer 2.000 kilómetros a pie por el Himalaya.
A lo largo de su extensa vida (vivió 101 años) escribió más de 30 libros con los relatos de sus viajes y divulgación de religiones orientales.
Infancia y juventud de Alexandra David-Néel
Alexandra David nació el 24 de octubre de 1868, en París, en el distrito de Saint-Mandé. Fue bautizada con el nombre de Louise Eugénie Alexandrine Marie David.
Sus padres pertenecían a una familia acomodada. Alexandra fue hija única.
La madre de Alexandra se ocupó de que recibiera una buena educación, que se impregnara de ideas cristianas y que llevara una vida tranquila y cómoda, acorde con lo que se esperaba de una mujer joven de finales del siglo XIX.
El padre de Alexandra era profesor y tenía gran amistad con el geógrafo Élisée Reclus. Además, su padre era masón y dirigía una publicación de orientación republicana.
En 1871 llevó a su hija de 3 años a ver el fusilamiento de los últimos reos de La Comuna de París, para que nunca olvidara este acontecimiento vergonzoso para los franceses.
Desde su más tierna infancia, la niña demostró que tenía buen oído y una bonita voz, por lo cual sus padres le facilitaron una completa formación en canto lírico y en piano.
Alexandra David frecuentó durante toda su infancia y su adolescencia al señor Reclus, amigo de su padre. Él fomentó en ella el deseo de conocer mundos y le transmitió las ideas feministas y anarquistas de la época.
Desde muy joven Alexandra David demostró una gran personalidad. Con 15 años intentó embarcarse sola, rumbo a Gran Bretaña. Su familia, horrorizada, logró impedírselo.
Alexandra David en su juventud
Alexandra David se afilió a la “Sociedad Teosófica”, la cual estaba dedicada al espiritismo, al ocultismo oriental y al estudio de las religiones comparadas.
En 1898, Alexandra le dedicó a su mentor Élisée Reclus un ensayo titulado “Pour la vie” (Elogio a la vida). En este escrito decía: “que cada cual siga enteramente, siempre y en cualquier parte, el impulso de su naturaleza, ya sea esta limitada o genial. Sólo entonces el hombre sabrá lo que es vivir, en lugar de despreciar la vida sin haberla vivido jamás”.
Al año siguiente, escribió un tratado sobre el anarquismo. Élisée Reclus fue el autor del prólogo. Ante el rechazo de los editores, el libro tuvo que ser publicado por un amigo. Posteriormente, la obra fue traducida a cinco idiomas.
Alexandra David también fue colaboradora libre de “La fronde”, periódico feminista creado por la actriz Marguerite Durand, y administrado cooperativamente por mujeres.
También participó en el “Consejo nacional de mujeres francesas”, y defendió la lucha por la emancipación a nivel económico, según ella causa esencial de la desgracia de las mujeres que no pueden disfrutar de independencia financiera.
Alexandra David se alejó de las feministas procedentes de la alta sociedad, que solamente pedían el derecho al voto y se olvidaban de la lucha económica a la que debían enfrentarse la mayoría de las mujeres.
En cuanto pudo salir sola, Alexandra David se fue por su cuenta a recorrer países. Gracias a la música hizo sus primeros viajes: sus habilidades musicales la llevaron de gira por Grecia, Túnez y por algunos países más. Recorrió España, sobre todo montada en bicicleta
En Indochina , actuó como primera soprano de la ópera de Hanói.
Antes de cumplir 30 años, ya había viajado conociendo gente, idiomas y costumbres de diversos países.
Alexandra David se casó con Philippe Néel
Durante una estancia en Túnez, en septiembre de 1900, Alexandra David conoció a Philippe Néel, un ingeniero que trabajaba para el Gobierno francés en un proyecto de construcción ferroviaria.
La excepcional Alexandra renunció al bel canto, a pesar de sus excepcionales cualidades y se decidió por el ingeniero jefe de los ferrocarriles tunecinos. Ambos se enamoraron y mantuvieron relaciones durante cuatro años.
Vivir con su amigo en el norte de África, en un lugar que le fascinaba, le permitió hacer continuos viajes en barco y ferrocarril.
Alexandra David ya tenía 36 años y sabía que si continuaba soltera, nunca sería respetada como escritora ni como conferenciante, ni como cantante. Por consiguiente, decidió casarse.
El 4 de agosto de 1904 contrajo matrimonio con Philippe Néel.
Desde entonces adoptó un seudónimo y decidió ser conocida como Alexandra David-Néel, en vez de Louise Eugénie Alexandrine Marie David.
Dadas las dinámicas actividades de Alexandra, su vida en común fue a veces tempestuosa a pesar de que ambos se respetaban y se amaban.
Primer viaje de Alexandra David a la India, en 1910
En 1910, el Ministerio de Instrucción Pública encomendó a Alexandra David una misión en la India, con una duración de 18 meses.
Embarcó en Marsella, rumbo a Ceilán, y Philipe Néel fue a despedirla. Ninguno de los dos sabía que este viaje duraría bastante más de 18 meses.
Durante los años 1910 y 1911, Alexandra David se esforzó en compenetrarse de la religión, de las costumbres y del idioma de la región.
Desde el principio, Alejandra manifestó gran interés por compartir experiencias, ideas y conocimientos con sabios brahmanes y con ricos marajás. Pronto pudo hablar pali, hindi y sánscrito.
Al poco tiempo de su llegada a la India, participó en ceremonias a las que pocos extranjeros eran invitados. Su interés por todo lo que iba aprendiendo, no le impidió renegar decididamente del sistema de castas.
Segundo viaje de Alexandra David a la India, en 1911
A las pocas semanas de regresar a Túnez, Alexandra David decidió emprender por su cuenta un segundo viaje a la India.
Su marido no pudo asimilar esta nueva separación, unida al hecho de que ella no deseaba tener hijos
El matrimonio se terminó definitivamente el 9 de agosto de 1911, cuando Alexandra David emprendió su segundo viaje a la India.
Esta ruptura de ella con Philippe Néel, no impidió que continuaran su gran amistad y que mantuvieran siempre una abundante correspondencia epistolar.
Cuando anteriormente estuvo en Madrás, Alexandra David se había enterado de que el Dalái Lama había tenido que huir de su país, entonces sublevado contra China, y que residía en un lugar del Himalaya.
La ya experimentada escritora Alexandra David llegó primero a Madrás, ciudad situada al sur de la India. Desde ahí, quería pasar a Nepal, con el fin último de llegar hasta el Tíbet.
En esta ocasión, Alexandra David no contaba con el respaldo económico del gobierno francés.
Pero, la experiencia de los 18 meses anteriores y el manejo de los idiomas del país le daban suficiente confianza para emprender lo antes posible viaje hacia el norte, con destino a Nepal.
Alexandra David se desplazó hasta Sikkim
Alexandra David tenía algunos recursos económicos, aunque escasos, pero su principal baza era su espíritu aventurero y la capacidad de adaptación a cualquier circunstancia difícil.
Alexandra David no era una turista viajera, sino una exploradora en busca de culturas y conocimientos. A ella no le importaba caminar y alojar en cualquier lugar interesante.
Con la idea final de llegar hasta la ciudad de Lhasa en el Tíbet, se encaminó primero a Sikkim. Este Estado del norte de la India limita con Tíbet y Nepal. Es un pequeño reino en el Himalaya. Su ciudad más poblada es Gangtok.
Además de por los glaciares y las miles de especies de flores silvestres, Alexandra David se sintió atraída por los numerosos senderos empinados que conducen a monasterios budistas.
Muy poco tiempo estuvo Alexandra David en Sikkim, pues emprendió viaje a Nepal, que la acercaría al Tíbet y a Lhasa su destino final.
Llegada de Alexandra David a Nepal
Llegó a Nepal en 1912. El marajá le obsequió algunos elefantes para que recorriera con más comodidad este país que está entre la India y el Tíbet.
En Nepal fue recibida en monasterios y palacios. También se relacionó con mendigos, pastores, monjes, anacoretas y sabios.
Estando en Nepal, Alexandra David conoció a un joven tibetano de 14 años llamado Aphur Yongden. Lo contrató como criado, y ambos comenzaron el viaje hacia las cumbres del Tíbet, a fin de llegar a Lhasa, la ciudad soñada.
Por aquel entonces, el Tíbet estaba bajo el mando de funcionarios británicos y el país se encontraba cerrado e inaccesible para los extranjeros.
Cada vez que dirigía su mirada a las lejanas cumbres nevadas, Alexandra presentía que allí existía un país distinto a todos. Se apoderó de ella el ardiente deseo de alcanzar el Tíbet.
Intentó llegar una y otra vez con su criado Aphur Yongden, pero siempre los arrestaban y los devolvían a la India, a Nepal.
Para Alexandra David la aventura era su única razón de ser. Se propuso pasar dos largos años en una cueva a 4.000 metros de altitud meditando y buscando la verdadera naturaleza de los elementos. No poseía nada y vivía de la caridad de los monjes.
Acompañada únicamente por su maestro, estuvo a punto de morir congelada ya que solamente llevaba una fina túnica de algodón.
Durante ese tiempo, Alexandra aprendió tibetano y el tantrismo budista; se ganó el respeto y la admiración de los monjes, quienes le permitieron acceder a documentos vetados a los occidentales.
Alexandra siguió viajando y preparándose
Mientras esperaba mejores circunstancias para ir al Tíbet, Alexandra realizó viajes a Japón, Corea y Pekín.
Cuando regresó nuevamente a la India, ingresó en el Monasterio Kumbum que está situado en la región tibetana de Amdo.
Allí, Alexandra David permaneció dos años y medio compartiendo su vida con los lamas del templo.
En uno de sus libros, ella dice: “la configuración de las sierras circundantes detuvo el paso de las nubes y las obligó a dar la vuelta a la cumbre rocosa que sostenía la gompa formando un mar de niebla blanca, con sus olas batiendo silenciosamente contra las celdas de los monjes, coronando las laderas boscosas y creando mil paisajes fantasiosos a medida que pasaban.
Terribles granizadas solían estallar sobre el monasterio, debido, decían los campesinos, a la malignidad de los demonios que buscaban perturbar la paz de los santos monjes.
Primero nos llevaron a la gran cocina donde los sacerdotes preparaban té tibetano en grandes calderos de cobre de diez pies de diámetro, bellamente decorados con los símbolos budistas.
Las estufas eran los habituales productos de barro y el combustible no era más que paja, que los lamas más jóvenes alimentaban continuamente al fuego”.
Alexandra David se había ganado ampliamente el respeto de los sacerdotes del templo, los cuales la nombraron “lama”.
Con este nombramiento reconocían que era una autoridad en la doctrina y un maestro espiritual, capaz de mostrar a otros el camino a la liberación y la iluminación.
Alexandra David consiguió entrar en Lhasa
La intrépida exploradora estaba decidida a llegar a Lhasa, la capital del Tíbet, y conocer personalmente al Dalai Lama.
En el año 1924, Alexandra urdió un plan para entrar en Lhasa: ella y Yongden se disfrazaron de mendigos y decían que iban a la montaña en busca de hierbas medicinales.
Alexandra se tiñó la piel con ceniza de cacao, usó pelo de yak teñido con tinta china negra, como si fuera la viuda de un lama brujo.
Viajaban de noche como fantasmas y descansaban de día. Alguna vez, para alimentarse tuvieron que hervir agua y echar un trozo de cuero de sus botas.
Cuando finalmente llegaron a la ciudad, una tormenta de arena les ayudó a pasar inadvertidos. Esqueléticos, demacrados y vestidos de mendigos, una mujer les ofreció alojamiento.
De esta forma, Alexandra David consiguió llegar a Lhasa, empleando cuatro meses en recorrer 2.000 kilómetros a pie por el Himalaya, comiendo ortigas y durmiendo en el fango helado.
Fue la primera mujer occidental que pudo entrar a la capital del Tíbet.
Lo antes posible, Alexandra David-Néel le escribió a su marido Philippe: “Queridísimo amigo, he realizado satisfactoriamente el paseo que inicié cuando te envié mi última carta”.
Llegó a Lhasa, convertida en un “esqueleto andante”, con 56 años y después de pagar un alto peaje para llegar hasta allí: acampando en la nieve, sufriendo el hambre, el frío, el viento que le cortaba la cara y le dejaba los labios tumefactos y ensangrentados.
Lo gratificante de su odisea fue el camino, cuando vivió según ella “inmersa en un silencio donde sólo cantaba el viento, en soledades casi desprovistas incluso de vida vegetal, entre caos de rocas fantásticas, picos vertiginosos y los horizontes de luz cegadora del Himalaya”.
Alexandra David había conseguido cartas de presentación de altas personalidades del mundo budista. Esto debió intrigar al Dalai Lama, porque inmediatamente dijo que tendría mucho gusto en conversar con ella.
Regreso de Alexandra David a Francia en 1925
Una de las primeras decisiones que tomó Alexandra David al llegar a París fue adoptar a Yongden como hijo suyo.
Alexandra David escribió mucho tras su regreso a París sobre las grandes vivencias que tuvo en el Tíbet.
Ella y su hijo fundaron el primer “gompa” o centro de oración budista tibetano en Europa. Este Centro de sabiduría tibetana alberga actualmente la “Casa Museo Alexandra David-Néel”.
Alexandra David viajó a China, en 1937
En 1937, y con 69 años, las ganas de explorar países y culturas, la llevaron a desplazarse a China, con su hijo Aphur Yongden. Organizó el viaje utilizando el Transiberiano a China.
En ese lejano país les aguardaban la guerra y de la invasión japonesa. Poco tiempo pudo quedarse en China, en donde contempló horrorizada el enfrentamiento brutal entre seres humanos.
Continuó viajando por Asia otros 9 años. Por fin, en 1945, terminada la II Guerra Mundial, decidió volver a Francia.
Regresó por fin a su casa en la localidad francesa de Digne-les-Bains, en donde tenía un trocito del Tíbet, ahí en los Alpes de la Alta Provenza.
El 7 de octubre de 1955, cuando Alexandra David tenía ya 87 años una fulminante enfermedad causó la muerte de su hijo Aphur Yongden.
Con su mente lúcida, pero con el corazón destrozado por la tristeza al haber perdido a su querido Aphur, siguió dedicándose al estudio.
Emprendió algunos cortos viajes por Europa, pero la artritis logró finalmente derrotar sus ansias de aventuras.
En 1969, catorce años después de la muerte de su hijo, Alexandra David Néel falleció cuando ya tenía 101 años.
Su último deseo fue que sus cenizas, junto con las de su hijo, fueran arrojadas al Ganges. Así se hizo y reemprendieron juntos el viaje final.
Alexandra David Néel había sido galardonada con una medalla de oro por la Sociedad de Geografía de París y nombrada Caballero de la Legión de Honor.
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